Pasajero

Y la noche cierra sus párpados morados

deshaciéndose de la espada de luz

de un día que quizàs nadie recuerde,

mientras

las campanas oxidadas se agotan en lo alto

de silencio,

no queda nada

en estas calles empedradas, un corazón

que late mientras sueña

y unas piernas que lo llevan,

ningún tren conoce

su estación definitiva, soy un pasajero a pie

descalzo de ilusiones, un forastero despistado

en busca de caminos sin señales,

andenes sin término, amaneceres de ojos blancos

y días de lluvia y fuego,

porque uno nunca sabe si llegó

al sitio que debía, si yendo hacia abajo también se

avanza, si nos miran los árboles

y nos hablan las flores,

uno no gusta de bautizar la tierra

ni cambia de bando por amor,

se abraza a mi piel la madrugada

como si fuera su hijo descarriado,

los días cambian el aspecto de las cosas

y la noche iguala las sombras, soy un viajero soñador

que ya no mira el horizonte como antes, todos los rincones

que me dieron cobijo, las lenguas que aprendí y la gente

que me enseñó el amor

van muriendo lentamente en mi memoria.

Tarde de lluvia

Sé que nadie ordena

lo que en la vida acontece, no existe

voz que asuste y dirija

un rebaño al completo, sé que el hambre

y el frío alimentan el miedo, que nadie está

exento de equivocarse al pensar lo correcto,

también sé que existen órdenes y leyes locales

venidas de lejos

y que nadie logra escribir de verdad

lo que lleva dentro,

sé que hay versos ocultos

que surcan el aire en busca del pulso

de una manos sedientas de amor,

que una mirada melancólica o unos labios

enfermizos

pueden bascular la vida de cualquier ser

del éxito al abismo,

igual que el gesto de sufrimiento de cualquier rostro

puede contener metáforas

que lo expliquen casi todo:

cómo conseguimos sobrevivir a la oscuridad

que por luz nos vendieron,

cómo saber si el trono pertenece

al rey

o al siervo,

por qué seguimos jugando

con el anzuelo en la boca,

por qué creer una idea concreta

si en nuestro interior habita otra cosa,

a quién ofrecer lo que crece en mi pecho,

para qué ansiar llegar más lejos

si quizás sin saberlo

ya estamos de vuelta.

Cuando no llega el amor

Si no llega el amor

huiremos por atajos clausurados,

subiremos el telón de nuestra vida

impulsados

por el ardor de la última batalla,

entre horas sin reloj

y días sin calendarios

la música del mundo absorberá nuestra paz,

nuestro silencio,

si no llega el amor con su ala dulce y plateada

regresaremos confundidos

a la puerta de entrada,

al puerto olvidado y a la ilusión de zarpar,

lo lejano se irá acercando

y trataremos de explicar con versos desatados

lo que nunca pronunciamos, lo que carece de luz,

si no llega el amor con su capa perfumada

ensordeceremos de vacío y buscaremos

enemigos entre libros de historia mal contada

y caballeros de papel,

si no llega el amor

con su volcán de ojos azules

y esa alegría que nunca duerme,

las huellas que un día borramos

se marcarán para siempre en el olvido,

si no llega el amor

desviaremos la mirada ante el espejo

y desandaremos las calles de la infancia,

nos rendiremos de antemano

antes de escuchar el rugido del león,

entonces

las palabras, como piedras, oprimirán

nuestro pecho desolado,

nuestras miradas se cruzarán en el cielo

como barcos perdidos en el mar,

aprenderemos de nuevo a caminar

con sangre en las rodillas

si no llega el amor.

Barro

Advierto barro, no sólo de agua y polvo,

barro no sólo en mi cabeza desordenada, barro

como senda inescrutable

que vuelve al mapa de la memoria

en los días dolorosos del adiós, surge barro

amarillento y calcinado entre

los pueblos enquistados

en el olvido, en los oscuros

atajos que nadie toma,

pesadas botas de barro

buscando señales por el camino equivocado,

barro moldeado por errores inocentes,

por falta de constancia, por falta de atención,

por carencias heredadas, errores

cometidos en edades infantiles por hombres

que serían de papel en un mundo

sin mentiras, en un universo imaginario

tan amplio y tan pequeño

como la palma de mi mano,

barro duro barro frío, cal y yeso de rocas

rendidas al tiempo, barro no sólo de agua

y polvo sino barro humano de carne

desahuciada, de personas sin permiso ni maldad,

barro en las heridas, en la arrugas, en el verbo

desatado de unos labios que tiemblan,

en las altas instancias de los ladrones sin miedo,

en el ocaso donde moran valientes

sin medallas y héroes de cartón, barro

de los días que pasan sin nosotros, en la música

que obviamos, barro desprendido

de los sueños que nunca comenzaron,

de las rutas escondidas,

barro postrado al lado de las puertas que sólo se cierran,

suspendido y arrastrado por la ventisca

que rompe las ventanas, barro goteando

de los ojos cerrados del salvador, barro que ciega

el fuego, que hierve mezclado con sangre

cuando sólo los cuerpos dicen la verdad.

Muere el día

Muere el día

más allá de horizontes, más allá del alcance

de la vista,

borrando todo lo que sentimos

se va el día,

como el artista que fallece antes

de conocer su obra,

así el tiempo que vivimos

compone para cada uno de nosotros

diferentes melodías que nunca entenderemos,

como la huella que en la memoria labra

el recuerdo cuando muere el día,

cuando descubrimos por primera vez un aroma,

el calor que transmiten unos ojos

si nos miran,

el día muere enredado en una oscuridad que avanza

como una locomotora sin vía,

y nos lleva, nos guía con una luz

que descubre heridas, grietas, tiempo

gastado y seco en las manos,

inacabados versos en el corazón,

muere el día

sin saber a ciencia cierta adonde vamos,

sin poder contar todos los deseos acumulados

en la espalda, las tragedias sin nombre

y las banderas negras que a nadie salvan,

muere el día y nadie nos previene

del valor necesario para superar el alba,

para enjugar el sabor amargo de algún sueño

extraviado,

he visto escapar del nido aves sedientas, arder ríos secos,

he visto llorar a mujeres de negro
escondiendo el rostro,

he visto perecer juventud inmóvil como árboles,

he sentido la música del hambre

y la maldad de la flaqueza, viví mis mejores días

llevado a la fuerza por nubes sin nombre,

me fugué de mi propia vida muchas veces

sin saber lo que hacía.

El Momento

Puede que haya llegado el momento,

la agonía de un verano

que apenas disfrutamos,

la tímida llegada de un otoño

que ya damos por muerto,

a veces pienso

que al llegar a la cima de una montaña

o de un pensamiento,

sólo nos queda el descenso,

que bajando sin esfuerzo

con cuidado de no caernos

olvidamos la luz de las alturas, todo lo que queda

más allá del alcance de la vista

y de los sueños,

podemos coleccionar fotografías

que inmortalicen los momentos que pasamos

en la cumbre

pero siempre quedarán en el olvido

emociones y sentimientos,

habíamos trazado algún plan

e involucrado a terceros, quisimos alargar

nuestros brazos

y prestar el corazón, estábamos dispuestos

a no bajar la guardia nunca, a predicar

con el ejemplo,

todo era cuestión de perseverar

en el esfuerzo, de volver a alcanzar

los más alto juntos y lanzar gritos de aliento

a quienes abajo quedaron atrapados

por el sueño, todo era cuestión

de mantener como un tatuaje en la piel

las lecciones que aprendimos en la senda

del ascenso,

nuestro error fue dar por hecho

que el tiempo nunca iba a morir

sin haberlo gastado, que ningún idioma

nos iba a engañar

antes de aprenderlo, nuestro error fue creer

que quienes nos prometieron alimentos

exigirían ciega nuestra fe

cuando llegara el momento.

Qué hará el Poeta

Qué hace un poeta

con los ramos de flores secas,

con los pañuelos de seda olvidados,

qué hace un poeta con las cartas de amor

que el tiempo arrugó, con aquellas canciones

que ya no suenan, qué hace un poeta

con una vida enlatada que impide pensar,

por dónde caminará un poeta una vez aclare su mirada,

una vez libere su voz, qué opinará del futuro el poeta

ante el diluvio de falsa verdad, cómo se protegerá

el poeta frente los ríos secos y las sendas de barro,

ante la fruta podrida en el árbol,

qué dirá el poeta cuando le quieran comprar

la sonrisa, cuando los labios le resulten extraños,

cuando la prisa

acelere el indeseado destino de tantos seres que buscaban la paz,

quién le explicará al poeta que la luz de la mañana

no es la misma,

que sus versos volarán sin ser leídos,

que pronto recitará a solas y en voz alta todos sus poemas hasta que su alma le obligue a callar,

qué camino elegirá el poeta cuando deba elegir entre un bien

y un mal que nunca quiso,

cuando sólo pueda adquirir lo que no busca

y se vea obligado vender lo que más quiere,

quién le confesará la verdad al poeta

y le abrirá por fin las compuertas

al torrente de versos que nunca compuso, quien le devolverá al poeta

los millones de palabras que fugazmente

le hicieron soñar.

Patrimonio

Sepultados de pobreza

fuimos ricos,

cuando la luna nos bastaba

para ver con claridad

nuestra sonrisa,

nadie hincaba las rodillas en el suelo

sin saberlo, nadie seguía a nadie

ciego,

 

rodeados de riqueza

somos pobres, mirad,

nuestras manos han vivido siempre abiertas,

quisimos comprender el sentido

de sus leyes,

ahora, cuando el pan ya nunca sobra

recordamos que nadie nos había nombrado

en el discurso,

que nuestras almas no importaban

que sólo fuimos números,

 

nadie perdonó nuestros errores,

sólo encontramos polvo

en los cajones que heredamos,

 

no funcionan los relojes,

nunca sabremos si estamos o no

aún a tiempo, por ello

debemos juntarnos al silencio

de la noche

y comenzar en voz baja el recuento

del patrimonio de sueños

que aún nos queda.

Cae la noche

Cae la noche,

se abre un vacío

entre mis manos

y el libro abierto

olvidado en la ventana,

 

por una parcela del alma

pasea el viento

imperturbable

del deseo,

 

el tiempo se pierde veloz

entre el papel amarillo

y el cielo que reposa

justo encima del tejado,

 

como pájaros invisibles

aparecen en la noche

las notas de un piano,

 

para entonces

ya golpearon

los recuerdos,

 

un puño de seda

que hace temblar la boca

de un ser que transita

de la emoción

al desespero,

un ser que suspira,

que sueña despierto

con una verdad

y unos ojos

que la crean.

La luz desde la sombra

Por la calle avanza el silencio,

igual que avanza la noche

al amparo de la oscuridad,

no hay sombras ni hojas secas

en el suelo, pierden el miedo

buscando su pan

los pájaros nuevos,

he profanado

el calendario y mis relojes siguen

parados,

al otro lado de mi esquina

soleada, la acera está llena

de cristales rotos,

miro a la gente caminar,

una ventana se abre

y todos giran la cabeza

al mismo tiempo,

suena la radio y pienso

que ofrecimos las respuestas

sin acabar de entender

del todo

las preguntas,

delegamos nuestra fuerza

a los más fuertes

y todas las sendas

que en secreto recorrimos

se van llenando de gente

y ropa negra,

el bueno y el malo

se abrazan en silencio

mientras la luz que nos guió,

desde la sombra,

va preparando con codicia

su venganza.