Sé que nadie ordena
lo que en la vida acontece, no existe
voz que asuste y dirija
un rebaño al completo, sé que el hambre
y el frío alimentan el miedo, que nadie está
exento de equivocarse al pensar lo correcto,
también sé que existen órdenes y leyes locales
venidas de lejos
y que nadie logra escribir de verdad
lo que lleva dentro,
sé que hay versos ocultos
que surcan el aire en busca del pulso
de una manos sedientas de amor,
que una mirada melancólica o unos labios
enfermizos
pueden bascular la vida de cualquier ser
del éxito al abismo,
igual que el gesto de sufrimiento de cualquier rostro
puede contener metáforas
que lo expliquen casi todo:
cómo conseguimos sobrevivir a la oscuridad
que por luz nos vendieron,
cómo saber si el trono pertenece
al rey
o al siervo,
por qué seguimos jugando
con el anzuelo en la boca,
por qué creer una idea concreta
si en nuestro interior habita otra cosa,
a quién ofrecer lo que crece en mi pecho,
para qué ansiar llegar más lejos
si quizás sin saberlo
ya estamos de vuelta.